Granada Musulmana: Visita guiada Alhambra + Baños árabes + Masaje
- 3 hs + 1,5 hs
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Según cuenta la leyenda, Granada debe su nombre a una de las hijas de Noé o de Hércules llamada ‘Granata’, pero lo cierto es que su origen es discutible:
Podría provenir del árabe ‘Gar-anat’, que significa ‘Colina de peregrinos’.
También podría provenir del latín ‘granatum’, que significa ‘granado’.
Si bien, la ciudad de Granada fue fundada por los romanos con el nombre de Illibris, pero no fue hasta la conquista de los musulmanes cuando recibió el nombre de Granada, una extensa comunidad cuya cultura dejó de ser la imperante cuando los Reyes Católicos la conquistaron en 1492.
Estos tres datos, podrían resumir a grandes rasgos la historia de Granada, pero también nos sirven para hablar de una de las principales señas de identidad de Granada: su legado multicultural. Su agitada historia ha hecho posible que haya un sinfín de palacios, iglesias, mezquitas y yacimientos arqueológicos de muchas épocas. Esta pluralidad, es lo que convierte a Granada en una ciudad única y de contrastes.
Hay numerosos monumentos en Granada que llevan escrita en sus muros la historia de la ciudad. Una de las mejores formas de descubrirla es visitando estos lugares en compañía de un experto que pueda brindarte toda la información que necesitas para que el pasado cobre vida ante tus ojos. Aquí te dejamos una selección de las mejores actividades para hacer en Granada si eres un amante de la historia:
Aunque Granada fue romana tras la Segunda Guerra Púnica, y posteriormente visigoda, no se conserva mucho de estas culturas. Cuando los musulmanes aparecieron en torno al siglo VIII, casi todo estaba despoblado, exceptuando una pequeña alquería con judíos que se llamaría Granata.
Tariq llegó a las costas de Tarifa en el 711, y la ocupación de la Península, llama el Al-Ándalus, se realizó en 5 años. No obstante, la conquista de Granada se realizó en el 713, y le llamaron Ilbira. No fue hasta el 929 cuando empezó el Califato de Córdoba.
Tan solo cien años después ya había un sinfín de señoríos, llamados reinos de Taifas, que cada vez veían su resistencia a los cristianos más comprometida. Pidieron ayuda al Magreb para que trajesen refuerzos bereberes (los almohades y los almorávides), que fueron los que dieron la última fase de esplendor al Al-Ándalus antes de que los cristianos la conquistaran.
Durante el 1237 se empezó a construir la Alhambra y en 1314 el Generalife. Pasados unos años, en 1482, se inició la Guerra de Granada en la que Boabdil, el último rey perteneciente a la última dinastía musulmana: los nazaríes (que dominaron Granada desde 1238 hasta 1492), arrebató el trono a su padre. Fue el propio Boabdil quien en 1491 capituló ante los Reyes Católicos y negoció la entrega de Granada en el Carmen de los Mártires.
Los cristianos no tardaron en darse cuenta en lo bien organizada que estaba la ciudad. Muchos se escandalizaron ante la pervivencia del islam, de ahí que Fray Francisco Jiménez de Cisneros, el nuevo obispo de Granada y anteriormente confesor de la reina, iniciara una campaña más radical de conversiones forzosas, encarcelamientos y quema de libros.
Estos motivos generaron varias revueltas en el Albaicín a finales del siglo XVI, que finalizaron con la expulsión de los moriscos. En 1568 acaeció la Revuelta de la Alpujarras, a través de la cual los moriscos pretendieron recuperar el trono. Este hecho supuso la expulsión definitiva de los moriscos de España.
Desde entonces, al mismo tiempo que se destruían mezquitas, se construyeron nuevos edificios cristianos, como la Capilla Real, la Catedral o el Palacio de Carlos V, así como la construcción de plazas grandes en medio de aquellos trazados laberínticos, como la Plaza Bib-Rambla o la Plaza Nueva.
En realidad, la expulsión de los moriscos hizo que la población bajase considerablemente, y que comercios como el de la seda y los conocimientos de regadío, desaparecieran. No fue hasta el XVIII cuando la economía se recuperó gracias al descenso de la tasa de mortalidad y a la inmigración de otros habitantes de provincias andaluzas.
El siglo XIX estuvo marcado por un vacío histórico: la ciudad era insalubre, estaba muy jerarquizada, aunque poco a poco la ciudad se fue modernizando, se abrieron grandes vías, lo cual por desgracia acabó con algunos barrios musulmanes, aunque por otro lado aportó comodidad y accesibilidad.
La imagen de Granada no tardó en convertirse en un sello bohemio: muchos artistas llegaron aquí para inspirarse. Granada se estaba abriendo al mundo. Por otro lado, la industria también llegó aquí, y su población se duplicó.
Con la llegada de la Guerra Civil, Franco consiguió que Granada fuera afín a sus motivaciones, de ahí que se produjeran un gran número de ejecuciones, como el caso del genio Federico García Lorca.
La industria azucarera, después de la guerra, cesó, lo cual sumió a Granada en una profunda crisis. No fue hasta el último tercio del siglo XX cuando el turismo se empezó a interesar por la belleza de esta ciudad y su historia. Esto volvió a poner en marcha el engranaje económico de la ciudad, así como las estaciones de esquí y otros tantos atractivos que esta provincia tiene para ofrecer, como la Alpujarra o la Costa Tropical.
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