Mezquita de Ortaköy

Para muchos, es la mezquita más bonita del mundo, una de esas estampas imborrables que uno se lleva a casa para siempre en su viaje a Estambul. Esta mezquita, aunque no es ni de lejos una de las más grandes, se levanta imponente a las orillas del Bósforo, regalándonos a los visitantes una imagen preciosa, repleta de intrincados detalles que vienen de su armoniosa arquitectura, en contraposición al bello escenario en el que se ubica.

Breve historia

La mezquita se construyó entre los años 1854 y 1856, cuando el Sultán Abdülmecit ordenó su construcción. Sus arquitectos lo diseñaron en estilo neobarroco otomano, y según cuenta la historia, los sultanes que vivían en el Palacio Baylerbeyi, ubicado en la orilla opuesta, atravesaban el estrecho en góndola para rezar en ella.

Arquitectura y estilo

En su exterior, destacan sus dos altos minaretes, mucho más altos que la cúpula central. Su fachada fue esculpida con un sinfín de detalles y adornos de estilo barroco otomano, así como sus vitrinas. Fue construida en piedra blanca, y su cúpula fue meticulosamente decorada con mosaicos de un color rosado muy sutil.

En su interior destacan una serie de ventanas con vidrieras coloreadas que contribuyen muy positivamente a crear un efecto de luz sublime: la luz se tamiza con el color de la vidriera, y se entremezcla con el color rosado de la cúpula, creando un festival de colores que se reflejan a través de los mármoles de sus paredes.

Por otro lado, el mihrab de mármol y las diferentes y excelentes muestras de caligrafía del Sultán Abdülmecit, ponen la guinda del pastel. Tan solo hace falta echarle un vistazo a su arquitectura exterior e interior, y envolverse con el misticismo que reina, para darse cuenta de por qué es para muchos la mezquita más bella del mundo.