Tour de noche por el Toledo templario
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La historia de Toledo se remonta a la Edad de Bronce. Pese a que los historiadores situaron el nacimiento de la ciudad en época romana, o incluso griega según otros estudiosos, lo cierto es que las evidencias arqueológicas nos dicen que previamente hubo un pequeño poblado a la vera del río Tajo, cuya disposición estratégica a nivel geográfico, hizo posible que su devenir a lo largo de la historia fuera exitoso.
A continuación te presentamos un breve resumen de las etapas principales de la historia toledana, pero antes, queremos invitarte a vivir la historia de Toledo en primera persona.
Hay numerosos edificios y monumentos en Toledo que relatan en sus muros la historia de la ciudad. Si eres un apasionado de la historia, te encantará recorrerlos junto a un guía experto que pueda contarte cada detalle de interés y hacer que el pasado cobre vida ante tus ojos. Aquí te presentamos las mejores excursiones en Toledo para amantes de la historia:
El Imperio romano conquistó Toledo en el año 192 a. C., y de esta época se conservan numerosos restos arqueológicos que nos ayudan a hacernos una idea de la importancia política y económica de la ciudad de antaño, así como de sus magnitudes.
Todo esto ocurrió en época augusta, cuando el Emperador Octavio Augusto inició todo un programa monumental para crear una auténtica urbe romana. Sabemos que tuvo un foro, basílicas y templos, aunque no se hayan encontrado. También sabemos, por los vestigios y yacimientos que sí que se han encontrado y excavado, que hubo un circo romano, un teatro, un anfiteatro, una necrópolis, un acueducto, un fantástico puente y termas.
Ya en época del Bajo Imperio, que abarcó el período comprendido entre los siglos III y V, las ciudades romanas entraron en decadencia. Asimismo, esta época se caracteriza por el auge del cristianismo con el emperador Constantino I el Grande. Desde entonces, va tomando forma un nuevo concepto de ciudad, hasta convertirse en una importante sede episcopal.
Ya desde los inicios del siglo V, empezaron a penetrar pueblos bárbaros en la península ibérica. A finales de este siglo, los visigodos llegarían a Toledo con el rey Leovigildo, estableciendo aquí la capital de su imperio. Aunque no se conoce mucho de esta época, los historiadores afirman que fue la ciudad más poblada del reino, y que hubo un creciente aumento de la población judía, la cual empezó a ser perseguida a partir de la conversión al catolicismo de los reyes visigodos.
No obstante, después del reino de los visigodos, los bereberes de Tarik llegaron en el 711 y progresivamente fueron colonizando las ciudades. El aspecto complejo y variopinto que tiene la ciudad en la actualidad se debe, precisamente, a ese vaivén de comunidades y culturas que la habitaron. Uno de los temas más representativo de esta época fue la conservación y remodelación de algunos edificios históricos destacables, como la Mezquita del Cristo de la Luz o el Puente de Alcántara. Esta etapa histórica, que destacó por su tolerancia al permitir a los habitantes de Toledo seguir practicando su religión, fue conocida como ‘la alegre’.
En el año 1085 los cristianos pusieron fin al período musulmán e incorporaron la ciudad al Reino de Castilla, con el rey Alfonso VI al mando. La ciudad siguió caracterizándose por su tolerancia y respeto a los musulmanes. La buena convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes hizo que Toledo se conociera como la Ciudad de las Tres Culturas, puesto que los judíos ya se habían establecido en la ciudad en época visigoda.
De la cultura hebrea, además, se conserva hoy en día la Sinagoga de Santa María la Blanca y la Sinagoga del Tránsito, que es actualmente el Museo Sefardí.
Carlos I de España, en el siglo XVI, mandó construir grandes muestras del Renacimiento para darle a la ciudad un aspecto de gran capital del Imperio Español. El Alcázar de Toledo será uno de estos ejemplos. Asimismo, se llevaron a cabo otras remodelaciones, como la de la Puerta Nueva de Bisagra. La Antigua Puerta de Bisagra, quedaría desde entonces inhabilitada.
No obstante, en el año 1561 Felipe II trasladó la corte y la capitalidad a Madrid, de ahí que la ciudad perdiese un gran peso político y social. Toledo se convirtió en una ciudad religiosa, cuyas órdenes ocuparon los antiguos palacios.
La Guerra Civil Española vivió un acontecimiento importante en Toledo: el Alcázar se convirtió en un espacio donde los sublevados se refugiaron y resistiéndose durante más de dos meses al asedio de las fuerzas republicanas.
Toledo es actualmente la capital de Castilla La-Mancha, y también una de las ciudades más interesantes por todos esos matices que nos hablan de la importancia de cada cultura que la ha pisado. Toledo enamora por ser un ejemplo de la simbiosis perfecta entre estilos arquitectónicos, pero también por su gastronomía, su clima, su arte, y como no, por ser uno de los escenarios de una de las obras de la literatura universal más trascendentes: El Quijote.
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