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Las Ramblas es uno de los paseos principales de Barcelona desde que se construyó en 1766. Desde entonces, fue convirtiéndose paulatinamente en los pulmones de la ciudad. La razón es sencilla: siguiendo la antigua muralla medieval, construyeron una vía muy ancha que, al estar rodeada de callejuelas estrechas de los barrios de alrededor, se convirtió en un punto neurálgico en el que se reunían todo tipo de personas para comerciar, hablar, reunirse o pasear.
Su importancia fue in crescendo, y fue la propia gente de la ciudad la que les otorgó la vida y el color que tienen en la actualidad. Más allá del costumbrismo que siempre ha caracterizado a este pintoresco lugar, la historia de Barcelona fluye por las Ramblas, puesto que han sido testigo de las barricadas en la Semana Trágica y de la Guerra Civil Española, pero también han sido escenario de la primera manifestación LGTB de España en 1977, y de celebraciones de todo tipo, como por ejemplo las victorias del Fútbol Club Barcelona.
Las ramblas eran anteriormente a su construcción en paseo un cauce que atravesaba la ciudad y que transportaba el agua de la lluvia que provenía de las montañas. Asimismo, eran el lugar donde se lanzaban vísceras y restos de animales que se vendían, de ahí que se conociera como ‘el mierdero’.
Ramblas es una palabra que proviene del árabe, y que significa ‘arenal’, que es lo que realmente era: la riera venía desde la calle Balmes y desembocaba finalmente en el mar. No obstante, con la construcción de la muralla del Raval en el siglo XV, se tuvo que desviar, pese a que siguió conservando su nombre.
Muchos tramos fueron convertidos en paseos, lo cual hizo posible que se convirtiera en un parque de diversiones para los habitantes de la ciudad: había torneos, justas, tiros de ballesta y otras festividades.
La explosión urbanística del siglo XVI hizo que artesanos, comerciantes y campesinos utilizasen este lugar para vender, pero ya a finales del XVIII y a principios del XIX, las clases más adineradas utilizaron las Ramblas como escaparate para competir por el palacio más fastuoso y elegante: de ahí nacieron el Teatro del Liceo, la Plaza Real el Palacio de la Virreina o el Mercado de la Boquería.
La caída de las murallas a finales del XIX hizo que las Ramblas llegasen al mar, desde entonces, se fueron embelleciendo y transformando paulatinamente en una arteria llena de ofertas gastronómicas y culturales.
Las Ramblas tienen una longitud de 1,3 km y unen Plaza Cataluña con el Monumento a Colón. Están divididas en seis tramos, llamados de tal forma debido a un edificio o monumento que se encuentra en su recorrido:
Las Ramblas se han convertido en uno de los espacios más visitados del mundo por los viajeros. El paseo siempre está abarrotado de gente que quiere conocerla y fotografiarla, de ahí que, pese a que todavía conserve toda su identidad cultural y belleza, muchos establecimientos y comercios de la zona hayan adaptado sus productos a las masas y encarecido sus precios.
Las Ramblas están llenas de mimos, de tiendas de souvenirs, de estafadores, de bares con kilométricas jarras de cerveza, de paellas que te recomendamos que evites, y de gente caminando por doquier, calle arriba y calle abajo.
Te sugerimos que te compres un helado, te sientes en un banco y observes el ir y venir de la gente que la cruza. Cuando lo hagas, entenderás que Barcelona es esa sociedad plural, llena de etnias y culturas diversas, pero sobre todo, de gente que viste y actúa de acuerdo a su propia personalidad.
El paseo por Las Ramblas es un absoluto imperdible de Barcelona. Puedes dedicarte a recorrerlas de un extremo al otro por libre o bien apuntarte a un tour donde un guía te acompañe a ver sus lugares icónicos. Aquí te dejamos una excelente opción en la que, además de Las Ramblas, verás otros imprescindibles de BCN como el Paseo de Gracia, el Barrio Gótico o Montjuïc.
Llegar en metro: L4 (verde), parada Catalunya, Liceu o Drassanes.