Free Tour por el San Sebastián de la Belle Èpoque
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tours en San Sebastián desde
El puente de María Cristina conecta las dos orillas del río Urumea. Fue inaugurado el 20 de enero de 1905, día de San Sebastián. Cruzar el puente es una costumbre de prácticamente todos los visitantes de la ciudad.
A fines del siglo XIX los habitantes de San Sebastián necesitaban una forma rápida y segura de cruzar desde el centro de la ciudad hasta la estación del Norte, la plaza de toros y el velódromo. Fue así que en 1983 se construyó una pasarela de madera que conectaba las orillas del Urumea a esa altura.
Poco tiempo después, comenzaron las tratativas para reemplazar la provisional pasarela de madera por un puente con todas las letras. Se organizó entonces un concurso en el que se pretendía encontrar los profesionales adecuados para construir un puente grandioso y monumental, lujoso y moderno, adaptado a los tiempos que corrían. El diseño ganador fue el presentado por el ingeniero José Eugenio Ribera y el arquitecto Julio María Zapata.
Se construyó en tan solo nueve meses durante 1904 y fue inaugurado el 20 de enero a las 3 de la tarde con toda la pompa. Tocaron bandas de música acompañadas por compañías de infantería y la banda del Ayuntamiento realizó una procesión por la ciudad. El Orfeón Donostiarra y el coro de la Academia Municipal de Música no faltaron al evento. Después de la ceremonia se realizó un té en la Casa Consistorial.
El puente consta de tres arcos de hormigón armado de 24 m de luz, con 20 m de ancho y 88 m de largo. Es de un elegante estilo ecléctico, con cuatro obeliscos de 18 m de altura en los extremos que marcan las entradas y bonitos grupos escultóricos sobre ellos, decorados con hipocampos. El puente de Alejandro III de París sirvió de inspiración para el diseño de estos obeliscos, que también presentan llamativos escudos policromos de la ciudad y la provincia.
Dragones vigilantes se apoltronan en las farolas y se asoman de las barandillas, que, junto con los arcos, están decoradas con criaturas mitológicas y marinas, serpientes, barcos y niños.
El puente está decorado con tanto esmero que hasta los tajamares de las pilas tienen adornos: llevan imponentes mascarones de barcos hechos en hormigón.
La estructura del puente, por último, está hecha de hormigón armado revestido en una piedra artificial de tonos rojizos.
Todos estos elementos le dan al puente un aire fantástico y majestuoso, a la vez que lo colocan entre las joyas arquitectónicas más destacadas de la ciudad. Es un claro ejemplo de la Belle Époque en San Sebastián, y vale la pena incluirlo en un recorrido por lo mejor de su arquitectura.
Puedes cruzarlo en coche, a pie o en bicicleta y luego explorar el Paseo de Francia, Cristina Enea o la Tabakalera, que se encuentran todos en sus inmediaciones. Sea como sea, no dejes de visitarlo y tomarte una fotografía en él: ¡será prueba irrefutable de tu paso por San Sebastián!
Entre el Paseo de Francia y el Paseo de los Fueros.
A pie, caminata de 13 minutos (1 km) desde el Ayuntamiento.