Convento de San Francisco

El Convento de San Francisco fue fundado por el propio San Francisco de Asís en su visita a la ciudad. Aunque la historia del convento es mucho más larga, el edificio actual es una maravillosa construcción barroca del siglo XVIII. Además de tener una preciosa arquitectura, el convento está envuelto en un halo de leyenda y tradición que lo hace aún más atractivo y lo convierte en una de las mejores cosas para ver y hacer en Santiago de Compostela.

Historia y leyenda del Convento de San Francisco

A comienzos del siglo XIII, Francisco de Asís visitó la ciudad de Santiago de Compostela y se instaló en una ermita dedicada a San Paio. Cuenta la leyenda que, cerca de allí, vivía en una humilde cabaña un carbonero muy pobre llamado Cotolay. El carbonero se convirtió rápidamente en seguidor del monje, y tenía una fe ciega en él. Cierto día, San Francisco le contó a Cotolay que había tenido una visión en la que el mismo Apostol Santiago le había sugerido construir un convento en la ciudad. 

Cotolay se entusiasmó mucho con la idea y siguió al santo hasta unos terrenos que pertenecían a los monjes del monasterio de Martín Pinario. En ellos decidieron levantar el convento, para lo cual convinieron con los monjes de Martín Pinario una simbólica renta de una cesta de pescado al año (¡renta que se mantuvo vigente hasta el siglo XVIII, dicho sea de paso!).

Hasta aquí, como verás, el edificio tiene una historia peculiar y llamativa, pero lo mejor está todavía por venir. Como hemos dicho anteriormente, Cotolay era muy pobre, por lo que, cuando Francisco le pidió que se encargara él mismo de construir el convento, el hombre, muy afligido, se vio en la obligación de recordarle al santo su penosa situación económica. Francisco no dio mayor importancia a sus dichos, y, en vez de retirar el pedido, le sugirió al carbonero hacer un pozo junto a una fuente. Milagrosamente, Cotolay halló en ese punto exacto un enorme tesoro que le permitió construir el convento y vivir de manera tranquila el resto de sus días.

Ahora bien, ese edificio original no tendría la misma dicha que el carbonero, y se vino abajo en el siglo XVIII. Solo quedan en pie de aquella época cinco arcos del claustro principal y la tumba de Cotolay. Fue en 1742 que comenzó a construirse el edificio actual. Y si creías que las curiosidades ya habían llegado a su fin, déjanos sorprenderte. Resulta que cuando se planificó el nuevo edificio, los monjes de Martín Pinario no estuvieron de acuerdo con sus dimensiones, que les resultaban demasiado imponentes. Fue así que Simón Rodríguez, el arquitecto a cargo de la obra, mandó a socavar el terreno para reducir el nivel sobre el suelo de la construcción.

Hoy el convento es uno de los mejores ejemplos del estilo barroco gallego. Una joya en la que, si tienes la oportunidad, vale la pena hospedarse, y que tiene un plus del que te hablaremos a continuación.

Museo Tierra Santa

El convento de San Francisco guarda en uno de sus claustros una muy interesante colección de piezas provenientes de Tierra Santa. Si tienes interés en la cultura de Oriente, no te pierdas su exposición, que ofrece un recorrido por la historia de la región del actual Estado de Israel, desde el Paleolítico hasta la actualidad. Hay piezas artesanales originales, maquetas y una completa colección de monedas que se remonta hasta la época de Alejandro Magno.

Una excelente opción para conocer otro de los más importantes centros de peregrinación del cristianismo.

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