Cuenca

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Rascacielos de Cuenca

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La muy particular arquitectura de Cuenca le ha valido, en parte, a la ciudad su distinción de Patrimonio de la Humanidad. El ejemplo más famoso es sin duda el de las Casas Colgadas, pero los rascacielos de Cuenca también dan cuenta de esa arquitectura popular tan especial, que ha sabido perdurar durante siglos y que aún hoy sorprende a los que llegan a admirarla.

Lienzo rocoso

El particular urbanismo de Cuenca está relacionado íntimamente con su abrupta geografía. Ese gran cerro rocoso, bordeado por los cauces del Júcar y el Huécar, ha obligado a los locales a forzar su ingenio al máximo para aprovechar el espacio disponible y ganarle terreno al abismo. Esta osadía constructiva no tuvo lugar sino hasta después de la conquista castellana, durante la Edad Media, ya que en la época árabe no había ningún tipo de construcción en las laderas. Solo en la cima de la gran roca se extendían las gruesas paredes de la alcazaba.

Rascacielos del Huécar 

También conocidos como rascacielos del Barrio San Martín, estos edificios no se parecen mucho a los rascacielos de las ciudades grandes y modernas. En verdad, se trata de unas singularísimas construcciones populares de hasta 10 (¡o 12!) pisos de altura engarzadas en las rocas de la hoz del Río Huécar.

Los edificios son llamativamente altos y, para ser fieles a la verdad, ¡algunos de ellos se encuentran bastante torcidos! Tienen grandes balconadas reforzadas con viguerías y desafían a todas luces la ley de la gravedad.

Estrictamente hablando son un conjunto de 30 edificios con acceso por la calle Alfonso VIII del número 1 al 77.

Otra particularidad de estos rascacielos es que tienen una altura variable de acuerdo a la fachada que se observe. Vistos desde la calle Alfonso VIII, se cuentan tan solo 3, 4 o 5 plantas. Sin embargo, vistos desde la hoz del Huécar, ya se pueden contar más de una decena de plantas. Esta peculiaridad está dada por la geografía que los acoge. La particular fisonomía del terreno hizo que la sabiduría popular local se las ingenie para construir varias plantas “hacia abajo”, aprovechando la superficie de agarre que ofrece la roca de la hoz del Huécar. Las construcciones se apoyan en la superficie sobre la que se asentó el antiguo alcázar musulmán y se adaptan a la caída casi vertical del escarpe en un movimiento descendente.

Consejo

Para llegar a apreciar las construcciones en toda su magnitud, te recomendamos observarlas desde sus dos caras. Primero, desde la calle Alfonso VIII, donde presentan su fachada más convencional, y después, sí, desde el Huécar, donde la visión es realmente impresionante.

Rascacielos del Júcar

Aunque no son tan conocidos como los de la Hoz del Huécar, la hoz del Júcar también tiene sus propios rascacielos. Son un grupo de edificios de traza medieval, estrechos y largos, que dan por una de sus fachadas a la calle Pinares y la Plaza Mayor, y, por la otra cara, a la cuesta de San Miguel. En conjunto forman una estampa armoniosa en su variedad: presentan cuerpos volados, aleros, galerías corridas, balaustradas, viguerías de madera y una gran diversidad de huecos de ventana.

Son también un maravilloso ejemplo de arquitectura vertical, casas de cuatro o cinco pisos que coquetean con el vacío y se aferran a la roca para observar el agua y la vegetación de la ribera desde las alturas. Desde el río, la imagen es sumamente llamativa: varias hileras de ventanas y balcones, ¡e incluso algunas tuberías que se descuelgan y serpentean por la roca!

Rascacielos de Cuenca

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