Santuario de la virgen de Ta Pinu

Breve historia del Santuario de la Virgen de Ta Pinu

Los orígenes del actual Santuario no están claros. Se sabe que en 1545 ya existía en el lugar una capilla, pero también se supone que el edificio de esa época era una reconstrucción de uno anterior, que debía ser mucho más antiguo. En 1575, Pietro Duzina hizo un viaje a la isla de Malta como visitador papal y visitó la iglesia. Al encontrarla en muy mal estado, ordenó su demolición. Sin embargo, cuando llegó el momento de dar el primer golpe, el obrero a cargo se rompió el brazo, lo que fue tomado como un presagio de que la capilla debía permanecer en pie. 

En 1598, Pinu Gauci pasó a ser el procurador de la iglesia, que cambió entonces su nombre al actual. Gauci ordenó una serie de modificaciones en la iglesia en 1611, y encargó una pintura de la Asunción de Nuestra Señora para decorar el altar.  

En 1883, una mujer que se hallaba en la capilla escuchó la voz de la Virgen María y, cerca de esa época, otro hombre del pueblo confesó haber escuchado una voz que provenía del cuadro de la virgen y lo incitaba a rezar en honor a la herida oculta en el hombre de Cristo causada por cargar la cruz.

A partir de ese momento, se registraron múltiples milagros en la zona, por lo que los habitantes, en agradecimiento, decidieron transformar la humilde capilla en un santuario más grande, que pudiera albergar a las multitudes que comenzaron a llegar hasta el lugar desde todos los rincones del archipiélago.

La construcción del nuevo templo comenzó recién en 1920, y la iglesia neorrománica se levantó frente a la antigua capilla, que permanece intacta detrás del altar y aún alberga la pintura de la Asunción de Nuestra Señora.

Qué ver en Ta’Pinu

El aura mística que rodea al templo justifica por sí sola la visita. De hecho, miles de peregrinos llegan hasta allí cada 15 de agosto para orar y agradecer a la virgen por sus intervenciones.

Particularmente llamativos son los votos de los creyentes que decoran el interior la iglesia. Escayolas, cascos, piezas de ortopedia, vestidos de bebés enmarcados y un sinfín de otros objetos que simbolizan la superación de algún mal o enfermedad cuelgan de las paredes de las galerías. 

Más allá de esta fuerte energía espiritual, la visita vale la pena por la imponente arquitectura de la iglesia. Como ya comentamos, el edificio se levanta en medio de una llanura en el campo de Gozo, con lo cual las vistas de la construcción a la distancia son verdaderamente impactantes. La torre del campanario, de 61 metros de altura, también llama la atención de todos los visitantes que se acercan a ella.

La fachada de la iglesia está decorada con mosaicos diseñados por Marco Rupnik, autor de numerosas obras instaladas en el Vaticano y considerado por muchos el Miguel Ángel del siglo XXI. Los tintes dorados de las imágenes refulgen con la luz del sol y crean un ambiente mágico a la entrada de la iglesia. En el interior brillan junto a 76 preciosas vidrieras de colores y finos trabajos de ebanistería.