Plaza de la Catedral

La Plaza de la Catedral fue la última en ser construida entre las plazas coloniales de la ciudad. Su historia se remonta al siglo XVIII y es un verdadero museo del barroco cubano a cielo abierto.

Breve historia de la Plaza de la Catedral de La Habana

Antes de la construcción de la Catedral, a comienzos del siglo XVllI, era conocida como la plaza de la Ciénaga. Esto se debe a que un ramal del acueducto de la ciudad desembocaba en un boquete abierto en un muro de la plaza, en un espacio conocido hoy como el Callejón del Chorro. Con el paseo del tiempo, la zona se secó y pasó a ser uno de los lugares favoritos de las familias adineradas de La Habana. La alta sociedad construyó sus mansiones en los alrededores de la plaza, edificios que todavía hoy engalanan sus márgenes y son visitados por miles de viajeros que buscan descubrir el espíritu de la aristocracia habanera.

¿Qué ver en los alrededores de la plaza?

Como todas las plazas históricas de La Habana, está rodeada de importantes edificios:

• Catedral de San Cristóbal de La Habana. La plaza toma el nombre del principal edificio que la custodia. La Catedral de La Habana es un edificio de estilo barroco que seduce con las dos magníficas torres campanarios de su fachada.
   
• Palacio de los Marqueses de Aguas Claras. Construido en 1775, tiene un maravilloso patio andaluz. En su fuente, rodeada de exuberante vegetación, nadan varias tortugas que han sido fotografiadas por miles de viajeros. En el edificio funciona el restaurante El Patio.
   
• Palacio del Conde de Lombillo. Una típica casa colonial que fue habitada durante siglos por descendientes de los primeros pobladores de La Habana. Es sede de la Oficina del Historiador.
   
• Palacio del Marqués de Arcos. Su fachada más bonita da hacia la Calle de la Merced y tiene balcones con ricos trabajos de herrería. Alberga el Taller Experimental de la Gráfica de La Habana, un buen lugar para conocer y adquirir trabajos gráficos de artistas habaneros.
   
• Palacio de los Condes de Casa Bayona. Destacan en él el bonito patio clásico y el artesonado de madera. Es sede del Museo de Arte Colonial.